05
septiembre 2022
Opinión
Cuentan las anécdotas que uno
de sus tantos oyentes que tenía el general Porfirio Díaz, cuando fue presidente
de México, en una ocasión le dijo: ‘Señor presidente, escuché hablar mal de
usted al comerciante de maíz fulano de tal’.
El presidente Díaz le contestó
¡no creo! Su oyente le replicó, si mi general habló muy mal de usted, volvió a
decirle el presidente, ¡no creo!, ya un poco frustrado el oyente le dijo ‘mire
yo estaba ahí presiente cuando se expresó mal de usted.
Porfirio Díaz, le volvió a
decir ¡no creo! ‘Si todavía no le he ayudado para que hable mal de mí’,
espérate que le ayude’.
El general presidente, a pesar
de todo lo que se pueda atribuir a lo largo de su historia como mandatario, fue
un personaje que conocía bien a detalle el comportamiento social, psicológico
de ese mexicano, que aparentemente ya había experimentado, gestado el concepto
de nación, patria y demás figuras que dieron forma a esa identidad.
Para que después el poeta
Octavio Paz Lozano, en 1949, inmortalizara el retrato del ser mexicano, en su
celebre libro ‘El laberinto de la Soledad’. Porfirio Díaz también tuvo
otras expresiones del sentir del mexicano, como cuando era criticada su
administración:
‘Ese gallito quiere maiz’, así
sin la tilde en la i, o el clásico que se arraigó en el sistema mexicano,
‘La caballada está flaca’, cuando no se observaban buenos candidatos para
tal cargo de elección popular.
La ingratitud en las
relaciones sociales o políticas, pareciera ser u observarse una actitud muy
irracional en las personas, no obstante, en política para algunos es un buen
Bisne, para alcanzar algunos o proyectos a futuro o más ambiciosos, pero
siempre tiene consecuencias.
Al final, Porfirio de la Cruz
Díaz Mori, fue ingrato con su pueblo de México que tanto adoraba, porque lo
relegó, consiguió un gran desarrollo económico, industrializó al país, luz
eléctrica, teléfono, cine, si, pero para los que podían invertir, para los que
contaban con capital.
Y se olvidó, de esos de abajo
que lo siguieron, y hasta adoraban por su heroísmo, con ese desarrollo que
consiguió Díaz Mori, prácticamente hubiera nacido la clase media, que llegó a
nacer prácticamente a finales de los años 40’s.
Pero a lo mejor, hasta yo
también soy ingrato, con esta reflexión
Yo Soy
federicosol@yahoo.com.mx