Trazos…Time
17 febrero 2020
Opinión
Federico Nogueda Berdeja
La visita del expresidente español
Zapatero, fue un claro mensaje que independientemente, que algunos proyectos de
nación no salgan de todo bien al presidente López Obrador, sigue siendo bien
visto por la comunidad internacional.
La detención de Emilio Lozoya Austin,
desembocó en unas series de desmarques personales y de partido, el dirigente
nacional del PRI, dijo que Lozoya Austin no pertenecía a las filas del PRI, era
solo parte del gabinete ampliado del pasado sexenio.
Pero quizás lo que expresó el
dirigente nacional del PRI, pudo importarle menos, de lo que pronunció su señor
padre, don Emilio Lozoya Thalmann, quien también se deslindó de su primogénito,
a sabiendas que ya estaba involucrada su esposa, su hija, sobre cantidades de
dinero depositadas.
La familia Lozoya, pertenecen a esa
familia revolucionaria distinguida, con un gran prestigio de su abuelo, don
Jesús Lozoya Solís, quien fue General Brigadier, médico militar, con
reconocimientos en su ramo de la pediatría, y gobernador del estado de
Chihuahua.
Su padre, en tiempos de Carlos Salinas
de Gortari, fue secretario de Energía Minas e Industria Paraestatal, también
director General del ISSSTE, además de poseer maestrías, en el extranjero, por
la Columbia y Harvard.
Aunque Lozoya Thalmann, de acuerdo a
fuentes extra oficiales, describe las mismas circunstancias de lo que el
abogado de Lozoya Austin, Javier Coello Trejo siempre ha declarado, que el ex
director de Pemex, todo lo que ejecutaba en la paraestatal, siempre fue con
aprobación presidencial o hacendaria, es decir no se mandaba sólo.
Aunque en estos momentos, el ex
director de Pemex, está echando abajo, todo ese prestigio posrevolucionario de
la familia Lozoya Solís y Thalmann, aunque reza por ahí un dicho popular: ‘los
pecados son individuales’, no son compartidos, pero ya ha dejado un
precedente para sus nuevas generaciones, porque cortó con esa tradición, la
ambición le ganó al prestigio de su apellido.
Desde la caída del PRI en el año 2
mil, al perder la presidencia de la República, la familia posrevolucionaria
priista, ha sufrido cientos de cuarteaduras, en todas las hegemonías que logró
instaurar en las regiones del país, los Lozoya, sólo son una más de ese gran
engranaje, que fue ese sistema político instaurado por el PRI, desde 1929.
Hoy ese sistema sólo se está
transformando, en lo que hoy se llama la cuarta Transformación, algunos dicen
que no, que la 4T, es otra cosa, y sino pregúntenle a la actual dirigente
cuestionada de Morena, Yeidckol Polevnsky, quien esta reclutando a priistas para
algunos puestos de elección popular, entre ellas la gubernatura de Nuevo
León.
El caso Lozoya Austin, solo está
exhibiendo, ese rompimiento que se dio con el expresidente, Enrique Peña Nieto,
con la mayoría de su ex gabinete legal y ampliado, el caso de Rosario Robles,
es otro, aunque menos trascendental, porque doña Rosario no pertenece a esa
familia posrevolucionaria, pero en su momento amenazó de hablar, aunque después
reculó.
Pero no deja de ser, una observación
más al desmoronamiento de ese grupo de poder que consolidó el ex presidente
Enrique Peña Nieto, porque doña Rosario Robles fue secretaría de estado, sabía
del teje y maneje del sistema.
El fenómeno del ataque a la corrupción
por parte del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aunque algunos
observan que lo hace para distraer al ciudadano, por lo problemas económicos,
va enserio, porque el caso Lozoya, no fue nada fácil, ya que tenía un peso
histórico que lo dejó de sostener.
federicosol@yahoo.com.mx