Héctor Manuel Popoca Boone
08 marzo 2019
Trazos noticias
Opinión
Fueron treinta y seis años
los que México sufrió paulatina, pero inexorablemente, estragos en su economía
y sociedad; al entrar a la era de la economía neoliberal dictada por el Banco
Mundial y el FMI. Fueron años de procesos ambivalentes y contrastantes, donde
una parte de la población (los menos) gozó de progresos materiales y otra (la
mayoría) no los tuvo. Los resultados están a la vista y no hay nada de que
enorgullecernos. Existe una gran desigualdad por sectores de la economía,
desequilibrio regional e inequidad social.
Adicionalmente debemos
resaltar el exorbitante incremento de deuda pública gubernamental que cancela
cualquier margen de maniobra en las finanzas públicas para usarlas como
instrumento detonante y orientador de la economía nacional.
El crecimiento del país no
alcanzó a sostenerse en un promedio anual del tres por ciento, mínimo indispensable
para generar empleos y riqueza social básica; a partir del adecuado
aprovechamiento y capacitación del factor demográfico vital que representan los
jóvenes, cuyo potencial ha sido sub-aprovechado.
La planta industrial y
manufacturera creció, pero deformada, con alto contenido de asociación
corporativa. El desarrollo de la estructura fabril se ha caracterizado también por
ser de tipo corporativo. Ha venido a establecer procesos relevantes de
ensamblaje industrial y maquila manufacturera; adicionalmente incursiona en las
actividades extractivas y energéticas; aprovechando la mano de obra barata
existente, nuestros recursos naturales y la cercanía con el país con el mayor
mercado mundial consumidor. Y no es que sea perniciosa per se estas plantas fabriles generadoras de empleo; pueden ser
benéficas siempre y cuando tengan estabilidad y no sigan manteniendo su
funcionamiento altamente dependiente de sus oficinas centrales en sus países de
origen.
Actualmente hay una inversión
extranjera fuerte y dinámica, focalizada en actividades económicas de alta rentabilidad
en el mercado mundial; como es la energética (petróleo, electricidad y agua),
la minera, los mercados financieros y la gran construcción. La pequeña y
mediana empresa han sido afectadas hasta el punto de reducirlas a su mínima
expresión debido a los embates económicos de apertura indiscriminada de
fronteras que hizo prácticamente extinguir, por ejemplo, la planta textil, la
del calzado y del acero, si no es que, llevadas a la bancarrota, junto con
otras pequeñas y medianas empresas a causa de la competencia desleal y ruinosa
impuesta por la economía mundial neoliberal imperante.
La única agricultura licita que
ha prosperado es la dedicada a la exportación de hortalizas y frutas, signadas
por su alta tecnología y moderna infraestructura de riego establecida en tierras
del occidente y norte del país. En el sur-sureste languidece la económica
campesina, que también, por estar sujeta a una competencia ruinosa proveniente
del exterior, ha reducido la producción de granos básicos insuficiente para garantizar
una sólida soberanía alimentaria nacional.
El turismo extranjero se ha
focalizado exclusivamente en determinados centros de atracción y recreación
donde la inseguridad pública aún no reina del todo; trayendo como consecuencia
la merma de divisas. En cuanto a las otras actividades económicas de servicios
y comerciales, han sido cooptadas por centros financieros y grandes
corporaciones departamentales extranjeras que dedican sus almacenes a vender
cada vez más artículos de importación.
La succión concentrada e
individualizada de la riqueza nacional, el espoliación de nuestros recursos
naturales y la alta inequidad en la distribución del ingreso generado, fueron
posibles y resultantes de una estructura gubernamental hecha de y para la
corrupción, además de convertirse en un estilo de gobierno.
Qué decir de la violencia
social sistémica inhibidora de cualquier tipo de inversión ciudadana.
P.D. Para empezar a subsanar
los estragos, el gobierno federal de López Obrador en estos tres meses ha
empezado a reestructurar, depurar y limpiar la administración pública;
establecer un nuevo tipo de relaciones con la clase empresarial, consolidar y
ampliar los programas de protección social y dignificar nuestras relaciones con
el exterior.