Héctor Manuel Popoca Boone
03 noviembre 2018
Trazos noticias
Opinión
Elemento
subversivo y generador de violencia es la desigualdad social prevaleciente en
México. Es caldo de cultivo, de irritación y frustración colectiva, generada
por el contraste, cotidiano e insultante, de los muchos que casi nada tienen,
frente a los pocos que lo tienen todo; provocando la floración de desesperación
y ambición humana, desmedida y rapaz, por poseer riquezas materiales a costa de
lo que sea.
México
en lo general, Guerrero en lo regional y Acapulco en lo local, están
atravesados por una desigualdad ciudadana cada vez más aguda y grosera,
revestida de inseguridad pública, corrupción e impunidad; que no permite tener
circunstancias propicias y favorables para el sano desarrollo humano.
Por el
contrario, la situación actual constriñe cada vez más nuestra libertad de ser,
trabajar y transitar; a causa de un temor que llega al horror; provocado por un
terror delincuencial exacerbado, que embarga de incertidumbre y angustia total
nuestro presente y porvenir, individual y colectivo.
La
desigualdad social es generada por la distribución inequitativa de la riqueza
material producida por una sociedad a lo largo de un período de tiempo. En
otras palabras, por la acentuada disparidad en el reparto del ingreso nacional
que, en nuestro caso, es gerenciado por la plutocracia que ha detentado el
poder económico y político durante muchos años, liderada por los dos Carlos de
triste fama: Salinas de Gortari y Slim.
Hoy,
los barones del dinero junto con sus gobernantes incondicionales, medios de
comunicación y partidos afines (PRI-PAN-PRD), se desgarran las vestiduras
porque se puso un hasta aquí a uno de sus múltiples pingües negocios privados:
el nuevo aeropuerto y terrenos aledaños en Texcoco, financiado en buena parte
con dineros del pueblo. Recordemos el latrocinio multimillonario cometido con
el FOBAPROA para rescatar de la quiebra a los banqueros. Fue instrumentado
décadas atrás. Todo el pueblo mexicano sigue pagando su costosa e inaudita
instrumentación.
México
es distintivo entre las naciones de América Latina por la gran desigualdad
social que existe entre sus habitantes. Ocupa el lugar 18 de 25 países. Muy por
debajo de Argentina, Chile, Costa Rica,… entre otros.
Es
posible comenzar a reducir la brutal brecha que separa a los ricos (minoría) de
los pobres (mayoría abrumadora), al empezar a elevar los índices de bienestar
colectivo, de paz y de seguridad pública; provocando con eso la reducción
sustancial de la criminalidad, discriminación y la corrupción ampliamente
arraigadas a lo largo y ancho del territorio nacional.
También contribuirá, la
aplicación de diversas políticas públicas al unísono, como es construir un
sistema fiscal progresivo (donde mayormente sean gravados los que más tienen, y
no como ahora, donde las grandes empresas son las primeras que eluden,
sistemáticamente, el pago de sus responsabilidades tributarias).
También
es conveniente, incrementar el poder adquisitivo de la clase trabajadora;
transitando de un esquema de salario mínimo a otro de salario digno; haciendo
valer los derechos económicos de las mujeres y jóvenes.
Concomitante,
es requisito ampliar en cantidad y calidad, de forma universal y gratuita, el
acceso a los servicios de salud, educación y vivienda, además de otros
programas de protección social dirigidos a la población con pobreza extrema.
El
incremento de los presupuestos adicionales requeridos puede ser cubierto con la
recaudación de los impuestos progresivos. Como dice Peter Townsend: Para
erradicar la pobreza extrema hay que terminar con la riqueza extrema.
PD1.
En el nuevo gobierno federal, no tendrán cabida los presos políticos, la
corrupción, la impunidad, ni las ilegales intervenciones telefónicas con fines
de espionaje político. Dichos temas siguen vigentes en Guerrero,
lamentablemente.
PD2.
“Se acabó el gobierno al servicio de una minoría”. El Estado mexicano no puede
estar “supeditado a mercados financieros”. Así lo dijo el Presidente electo de
México. La bolsa mexicana de valores está controlada y manipulada por los
grandes accionistas de las grandes empresas que ahí cotizan.